La velocidad de la luz

Este verano dediqué parte de mi tiempo de descanso a bucear e inmiscuirme en La velocidad de la luz, la última novela que ha publicado Javier Cercas después de la magnífica y exitosa obra Soldados de Salamina. Compré el libro en el mes de marzo, el mismo día que salió a la venta, Soldados de Salamina me atrapó desde el primer momento y esperaba ansiosa la salida del nuevo trabajo, casi cuatro años después de su descubrimiento como escritor. Y reconozco que, de nuevo, me ha entusiasmado.

Cercas se está construyendo su propio espacio narrativo y de ficción, por una parte dentro de su novelística de autor y por otra en el mercado editorial donde deja la marca y la huella de un estilo propio y genuino. Me explico: el Cercas escritor, novelista, es novelesco, utiliza y emplea las mejores armas: la imaginación y el trabajo ya realizado donde ficción y realidad se confunden, se diluyen, se superponen, de tal manera que ‘obligan’ al lector a acercarse a sus obras anteriores (El inquilino, Relatos reales…) Me gusta la estructura general que plantea sobre su obra y trayectoria.

Es como si ya hubiese constituido algo poderosamente único en su escritura. En La Velocidad de la luz plantea un hilo narrativo que cuida en todo momento y no deja de sorprender, de nuevo, la visión de otra guerra, de otro momento de la historia, de dos sujetos que quieren triunfar en la vida, del fracaso, del trabajo, del amor, de las artes, de la familia, y todo con la ‘sencillez’ cultivada en la propia vida que trasluce en cada línea. Digo sencillez por su cercanía en la prosa, tiene un ‘tú a tú’ con el lector exquisito, le hace cómplice y esta correspondencia es clave en todos sus libros, agradecido. Y digo cultivada por que si algo hay que destacar del escritor Javier Cercas es su pasión por la lectura, sus millones de lecturas realizadas en tantos años que ha han dejado sus frutos. Me alegra haber paladeado La velocidad de la luz en la tranquilidad, en el sosiego, en la curiosidad y en una primera incertidumbre que me abrió las puertas, de par en par, a uno de los mejores narradores de la prosa actual española.

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