Pasiones

Hace unas semanas les prometí que iba a hablarles del libro de «Pasiones romanas» (Ed. Planeta) de María de la Pau Janer. Ya saben que eso de lo polémico me gusta pero, sobre todo, porque pone a hablar a la gente y me «pica la curiosidad». Cuando le dieron el Premio Planeta a esa novela recuerdo que se montó ese guirigay al que ya nos empezamos a acostumbrar cuando se falla algún galardón, y más si el premio es de cuantía considerable. Uno hace un gesto y a diez le gusta y a otros diez le disgusta, el gesto es el mismo pero la reacción. Eso pasó con Janer. Recuerdo también que Francisco Umbral fue uno de los que más apoyó el premio y la decisión del jurado. Hablaba de la autora y mucho más del libro. Por esas cosas del destino me regalaron la novela y paladearla durante un tiempo de descanso fue delicioso. Me gusta la trama, el enredo, lo novelesco, las parejas y esa cuestión del tiempo y de la mentira; de los fantasmas y de los compromisos; del brillo del poder.

Se preguntarán entonces porqué he titulado a esta columna «Pasiones» en lugar de «Pasiones romanas«…pues muy sencillo porque esta semana no puedo dejar de hablar tampoco del último libro de Jaime Peñafiel sobre Doña Letizia Ortiz, y por supuesto sobre las memorias de Joaquín Sabina donde cuenta una anécdota sobre un chiste de la Princesa que desde luego hace honor a su título: Sabina en carne viva. Yo también me juego la boca, y tanto que se la juega, una pura anécdota de humor ha provocado un revuelo que sólo ha sido acallado con el anuncio del segundo hijo de los Príncipes para la próxima primavera de 2007. De nuevo voy a comprar el libro de Sabina para enterarme sobre lo que ha sucedido. Encuentro el dichoso chiste. Y desde luego, no sabemos lo que dijo Doña Letizia pero eso sí, lo que ha quedado escrito, es lo que ha quedado escrito y tiene «mala leche», «mucha mala leche». ¡Felicidades a los Príncipes de Asturias!

 

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