Supongo que al principio se extrañarán…¡mira que en «Vivir para contarla» hablando de fútbol…pero, como ya saben ustedes esta es una columna de actualidad que se fija en las cosas cotidianas y el fútbol es un deporte mundial y de masas. En alguna ocasión escuché que es un paradigma social, es decir, comportamientos del fútbol acaban apareciendo en el día a día y se convierten en algo habitual, cotidiano.
El martes 20 de febrero me invitaron a ver el partido Real Madrid-Bayern de Múnich en el Santiago Bernabéu. Tengo que reconocer que no me lo pensé dos veces y acepté. El ambiente, de lleno total, el eco de los cánticos, pitos y aplausos no tiene nada que ver con lo que muestra la tele. Es un lugar que no hace distinciones: gente de todas las edades, de chándal, de corbata, de vaqueros, en falda, con bufanda…muy abierto. Tenía al lado derecho al hincha fiel de toda la vida: el de las pipas, el bocata de chorizo, el refresco y los gritos entregados cuando Raúl se acercaba a la portería y…¡¡¡marcó gol!!! Aquello fue todo un espectáculo. Hasta tengo que reconocer que terminé tarareando las canciones en la grada, ¡Qué cosa esta la del fútbol ¿no?!
Luego ustedes ya saben, aproveché para observar los comportamientos humanos que tanto me atraen, y, a veces, tan marcados, claros y evidentes. En este caso Guti, Raúl Bravo y Cannavaro. Respecto a Guti, no entiendo nada, algo le pasa a este chico, pero sigue saliendo a jugar; de Cassano no me gustó nada que en varias ocasiones sus compañeros, tanto del Madrid como del Bayern le hicieron algún gesto humano de complicidad y rechazó todos con un desprecio y una bordería impresionante y para finalizar la salida de Raúl Bravo fue un despropósito, sólo salió a llamar la atención y a equivocarse exageradamente para que se viese que estaba ahí, pero de qué manera, claro.
Y como nada es por casualidad, el capitán es el capitán. Qué sencillo y humano es Raúl, el de siempre. Me gustaría entrevistarle. Tiene pinta de ser un buen tipo.