Almafuerte

 

Hoy les quiero presentar la biografía de un gran poeta: Almafuerte. Poeta que mencionamos la semana pasada y ha levantado gran interés y curiosidad. Aquí les adelanto algunos de los detalles de su vida, sabiendo que lo más interesante es leer su obra. La Editorial Claridad publicó en 1951 la primera edición. En el último viaje que realicé a Buenos Aires conseguí la quinta reimpresión de la tercera edición, publicada en 2003. Esta es la presentación que nos encontramos en la publicación de sus obras completas y que espero, satisfaga en algo, su curiosidad lectora:

Pedro Bonifacio Palacios, conocido bajo el seudónimo de Almafuerte, nació en San Justo, provincia de Buenos Aires, el 13 de mayo de 1854. De familia muy humilde, autodidacta, amante de la pintura, desde muy joven se despertó su necesidad de escribir. En 1874 el diario Tribuna publicó su primer poema, «Olvídate de mí». A partir de ese momento continúa publicando en medios de regular circulación, así como también en publicaciones prestigiosas como Caras y Caretas y La Biblioteca. La gran difusión para su obra llego cuando el diario La Nación publicó en 1889 su poema «Interrogante», el cual desencadenó una viva polémica que repercutió inclusive en el diario El Globo de Madrid. Se dedicó al periodismo, colaborando en distintos medios de la provincia de Buenos Aires. Fue secretario de redacción de El Oeste y fundador del periódico El Progreso en Chacabuco. Ejerció la docencia, también fue bibliotecario y traductor de la Dirección General de Estadísticas de la provincia de Buenos Aires. Nunca quiso aceptar un empleo público. En la ciudad de La Plata, donde pasó gran parte de su vida, Almafuerte falleció en febrero de 1917. Cuenta el poeta Jorge Luis Borges una anécdota que le ocurrió en una velada poética cuando escuchó por primera vez recitar versos de Almafuerte. También está recogido por la Ed. Claridad. Fíjense bien lo que dice Borges, un maestro de la prosa poética: «Hasta esa noche el lenguaje no había sido otra cosa para mí que un medio de comunicación, un mecanismo cotidiano de signos; los versos de Almafuerte que Evaristo Carriego nos recitó me revelaron que podía ser también una música, una pasión y un sueño».

 

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