Llévame, mar, sobre ti, dulcemente,
porque voy dolorida,
¡Ay! barco, no te tiemblen los costados,
que llevas a una herida.
Buscando voy en tu oleaje vivo
dulzura de rodillas.
Mírame, mar, y sabe lo que llevas,
mirando a mis mejillas.
Entre la carga de los rojos frutos,
entre tus jarcias vívidas
y los viajeros llenos de esperanza,
llevas mi carne lívida.
Más allá volarás con sólo frutos,
y velas desceñidas.
Pero entretanto, mar, sobre este puente
mecerás a la herida.
GABRIELA MISTRAL
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