Emily Dickinson es una poeta que encarna el misterio en toda su plenitud. Tan sólo publicó siete poemas durante su vida pero, al fallecer, su hermana encontró en un cajón más de novecientos poemas que la autora fue escribiendo a lo largo de toda su vida y que mantuvo siempre en secreto. Escribió de la muerte, del amor, del dolor, del enamoramiento, del silencio, de la razón y la sinrazón con una sensibilidad extraordinaria.
Está considerada como una de las mejores poetas en lengua inglesa y el crítico Manuel Villar Raso reunió en 2001 una selección de 425 de sus poemas que la editorial Hiperión publicó con el título “Crónica de plata” (poemas escogidos) y donde la elección fue presentar esta selección por orden cronológico, lo que permite al lector observar el crecimiento y las variaciones en la temática, la intensidad y el trasfondo de la poesía de Emily Dickinson.
Fue una mujer que despertó mucha curiosidad cuando aparecieron todos sus poemas, de ella dijo Jorge Luis Borges: “No hay, que yo sepa, una vida más apasionada y más solitaria que la de esa mujer. Prefirió soñar el amor y acaso imaginarlo y temerlo”. Otro de los comentarios publicados al inicio de “Crónica de Plata” es de Juan Ramón Jiménez: “Un poeta es un ser en gracia que da destellos y permanece lleno de su secreto, que nace, vive, muere y permanece como un tesoro del que regalará joyas menores…Emily Dickinson fue eso, una mujer en gracia, que se llevó el secreto del mundo a la eternidad, por si estaba vacía”.
Una bellísima poesía que debemos leer desde todos los ámbitos para poder descubrir el fantástico mundo creativo de una de las mejores poetas que ha sabido describir la vida desde todas las miradas posibles.
Mónica LÓPEZ BORDÓN
Escritora y Periodista
www.monicalopezbordon.com
@MonicaLBordon
*Artículo publicado en el número 2.423 del semanario Puerta de Madrid. Alcalá de Henares. Sábado 28 de mayo de 2016.