El calzado en las personas mayores

Un calzado se considerará inseguro si, por sus características de diseño, puede provocar o facilitar una caída.

Dada la gravedad que entrañan las caídas entre los mayores, éste será el requisito más importante. Sin embargo, la seguridad o, mejor dicho, la «salubridad» del calzado no implica sólo los riesgos de caídas, hay otros peligros potenciales en el uso de un calzado inadecuado que pueden afectar de una manera especial a las personas mayores, como son las lesiones en la piel o las úlceras por sobrepresión en la planta del pie.

En el calzado para los mayores es necesario tener presente, en primer lugar, los cambios propios de la edad que afectan a la movilidad, resistencia y fuerza del miembro inferior.

Estos cambios conducen a una serie de importantes modificaciones de la marcha: la longitud del paso disminuye y se hace más variable, disminuyen también la velocidad y la cadencia del paso, aumentando la anchura del apoyo y el tiempo en el que ambos pies están apoyados sobre el suelo.

El propósito de estos cambios es hacer más fácil el mantenimiento del equilibrio, ya que con la edad también se produce una pérdida de la estabilidad debido a una disminución de la capacidad de los sistemas de equilibrio.
PASOS A SEGUIR EN LA SELECCIÓN DE CALZADO:

1º Observe problemas en los pies, nivel de actividad, uso que va a dar al calzado y problemas frecuentes que tenga con el calzado.

2º Seleccione la talla adecuada, cuidado con el aumento de volumen en los pies a lo largo del día, especialmente en las personas con problemas circulatorios.

3º Vigile el peso y flexibilidad del calzado. El zapato debe ser dúctil en el sitio adecuado pero no deben producirse pliegues que molesten en los dedos.

4º la suela. Debe ser lo suficientemente gruesa (entre 7 y 15 mm) y presentar dibujos que impidan los resbalones.

5º Compruebe el tacón. No debe ser ni muy alto (superior a 25 mm) ni muy blando. Ha de ser suficientemente ancho para proporcionar una base estable.

6º Examine la puntera. No debe ser estrecha y debe tener la altura adecuada para no oprimir los dedos. Los materiales ligeramente elásticos se adaptarán mejor a posibles deformidades de los dedos.

7º La plantilla debe ser blanda y no debe haber costuras o acabados burdos que puedan producir rozaduras. En principio son preferibles acabados acolchados.

8º Para evitar tropiezos, la parte delantera de la suela debe estar un poco elevada.

9º Tenga en cuenta la época del año y piense en molestias en los pies asociadas al frío o al sudor excesivo.

10º No está de más recordar que hay que probarse los dos zapatos. La forma de ambos pies suele ser distinta.

 

Noelia Martínez García

Auxiliar de Enfermería de Vitalia Alcalá de Henares

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