Sueña,
mientras siente el frío y monótono
viento del invierno,
la luna nunca duerme de noche.
Sueña,
sueña con el fuego de sus ojos,
con la apariencia de las llamas,
con la plácida noche, el silencio y
aquel beso de tarde en tarde.
Desvelado,
sueña, en su desvarío,
que camina abrazado
a la piel de terciopelo
de aquella mujer,
desde siempre.